"Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la HISTORIA de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal y como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden.” Lucas 1:1-3 VRV1960


martes, 10 de mayo de 2011

Las tradiciones orales, pueden considerarse historia? Tercera Parte

En la segunda parte de esta serie de artículos, se expuso uno de los tres principios básicos para reconocer la veracidad de un manuscrito histórico. En este artículo expondremos uno de ellos: Las evidencias internas.

I.- Evidencias Internas

La prueba bibliográfica lo único que nos determina es que el manuscrito o texto histórico que tenemos, es el que se escribió originalmente. Sin embargo, ese texto o manuscrito, ¿hasta qué punto es creíble? Es allí cuando el investigador aplica al texto en cuestión, el principio de la crítica interna.

El historiador Ciro F.S. Cardoso en su libro, "Introducción al trabajo de la investigación histórica", define a la crítica interna o de procedencia como: "...el control del texto con la finalidad de restablecerlo en su forma primera, a través de la eliminación de los errores e interpolaciones..." El autor antes citado, es de la opinión que algunos textos nos llegaron sólo en forma de copias, debido a la pérdida de los originales; con frecuencia, hay divergencia entre las distintas copias, y el crítico o investigador (historiador) debe optar por una variante entre otras. Se ha dado el caso de que los originales nunca existieron, como es el caso de los poemas atribuídos a Homero, las cuales fueron publicados varios siglos después de su elaboración. De igual manera, a través de la crítica interna o de restitución, se detectan los errores gramaticales (en función del uso del autor o de su época), lo absurdo, la contradicción, el hecho de atribuirle al autor ideas o conocimientos que no podía tener, etc. Las interpolaciones, es decir, pasajes agregados, intercalados en el texto por sucesivos copistas, se evidencian por el hecho de causar problemas linguísticos o gramaticales, contradicciones o anacronismos.

En este punto es necesario aplicar la máxima de Aristóteles: "El beneficio de la duda se le debe atribuír al documento, no al crítico". Cuando se examina un texto para comprobar su veracidad no hay que asumir que existe fraude o error, a menos que el autor del texto, se descalifique a sí mismo mediante contradicciones o aspectos inexactos conocidos con respecto a los hechos.

El historiador estadounidense Louis R. Gottschalk,  es de la opinión que: "...la capacidad para decir la verdad del escritor o del testigo le es útil al historiador para determinar la credibilidad, aunque el testimonio de esta "capacidad" se encuentre en un documento obtenido por fuerza o mediante fraude, o en cualquier otro sentido censurable, o se base en testimonios de referencia, o proceda de un testigo interesado".

Esta "capacidad para decir la verdad" está intimamente relacionada con la proximidad del testigo, tanto geográfica como cronológicamente, a los acontecimientos que escribe. los escritos del Nuevo Testamento sobre la vida y enseñanza de Jesús fueron redactados por hombres que habían sido testigos oculares de los eventos reales y de las enseñanzas de Cristo, o por personas que relataron lo que les dijeron directamente testigos oculares.

 Por ejemplo, leemos en Lucas 1:1-3 (Versión Reina-Valera, 1960):

"Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido cirtísimas, tal como nos los enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su orígen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo"[subrayado es nuestro]

En 2Pedro 1:16 se lee (Versión Reina-Valera, 1960):

"Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad".

Juan, uno de los discípulos de Jesucristo, expone en 1Juan 1:3 (Versión Reina-Valera, 1960):


"...lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que vosotros también tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo"[subrayado es nuestro]

Esta proximidad a los acontecimientos que se escribieron es un medio muy efectivo para certificar la exactitud de lo que retiene el testigo. El historiador, sin embargo, también tiene que hacer frente al testigo ocular que consciente o inconscientemente dice falsedades, aunque haya estado cerca del evento y sea competente para decir la verdad.


Los datos que da el Nuevo Testamento acerca de Cristo estaban en circulación durante la vida de aquellos que vivieron cuando Cristo estuvo en la tierra. Estas personas, realmente podían confirmar o negar la exactitud de los acontecimientos. En defensa de su argumento a favor del Evangelio, los apóstoles habían acudido al conocimiento común que se tenía de Jesús, aun al enfrentar a sus más implacables oponentes. Ellos no sólo dijeron: "Mirad, nosotros vimos esto", o "Nosotros oímos que..."; sino que les devolvieron el reto, y justo frente a sus críticos más severos dijeron: "Vosotros también sabéis acerca de estas cosas..."

Para finalizar, es pertinente colocar lo que escribió Will Durant, filósofo e historiador estadounidense (1885-1981), autor de la legendarioa obra "The Story of Civilizaton", acerca de la veracidad de la persona de Jesucristo:

"A pesar de los prejuicios y de los conceptos teológicos preconcebidos de los evangelistas, ellos registraron muchos incidentes que, si sólo hubieran sido inventores, los hubieran encubierto: la competencia entre los apóstoles para lograr los primeros puestos en el reino, la huida de ellos luego del arresto de Jesús, la negación de Pedro, el hecho de que Cristo no hizo milagros en Galilea, las referencias que algunos de sus oyentes hicieron a la posibilidad de que Jesús estaba loco, la incertidumbre inicial de Jesús con respecto al futuro, los momentos de amargura que experimentó, el clamor desesperado que expresó en la cruz. Nadie que esté leyendo estas escenas puede dudar de la realidad del Personaje que hay en ellas. Que unos pocos hombres sencillos hubieran inventado en una sola generación una Personalidad tan poderosa y atrayente, tan excelsa y ética, y tan inspiradora de una visión de hermandad humana, hubiera sido un milagro mucho más increíble que cualquiera de los que se registran en los Evangelios. Luego de dos siglos de alta crítica, los bosquejos de la vida, el carácter y la enseñanza de Cristo permanecen razonablemente claros, y constituyen el más fascinante rasgo de la historia del hombbre occidental".





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