"Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la HISTORIA de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal y como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden.” Lucas 1:1-3 VRV1960


miércoles, 11 de mayo de 2011

Las tradiciones orales, pueden considerarse historia? Cuarta y última Parte

En esta última parte, expondremos la Evidencia o crítica externa.

El historiador Ciro F.S. Cardoso en su obra: "Introducción al trabajo de la Investigación histórica", dice que la crítica externa o de erudición: "...trata, fundamentalmente, de determinar si un documento es auténtico o falso, en su totalidad o en parte, y de ubicarlo en el tiempo y el espacio, además de restablecer su texto en su forma primera". En otras palabras, lo que se discute en este caso es si otro material histórico confirma o niega el testimonio interno de los documentos en cuestión. Se trata de contestar las siguientes interrogantes: ¿cuáles son las fuentes que existen, fuera de la literatura que se está analizando, que comprueban su exactitud, confiabilidad y autenticidad? ¿Son confiables los documentos?

Particularmente cuando se aplica la crítica interna a un documento particular debe haber conformidad o acuerdo con otros hechos conocidos, históricos o científicos. Al haber esta conformidad existe por lo tanto, una prueba decisiva del testimonio, bien sea de uno o más testigos.

El historiador Eusebio de Cesárea ( 275-339), conocido como "El Padre de la Historia de La Iglesia", en su obra "Historia Eclesiástica" nos relata acerca de los Evangelios:

"El Anciano (el apóstol Juan) acostumbraba decir también ésto: "Y el Presbítero (el apóstol Juan) decía esto: Marcos, habiendo sido el intérprete de Pedro, escribió con mucha exactitud todo lo que él (Pedro) mencionó acerca de lo dicho y hecho por Cristo, auqnue no ordenadamente. Porque Marcos no había oído al Señor ni lo había seguido, sino, como dije, a Pedro, el cual ajustaba sus enseñanzas según las necesidades y no como si estuviera haciendo una compilación de los dichos del Señor. Por lo tanto, Marcos no cometió errores al escribir las cosas tal como las menciona; y es que puso atención en una sola cosa: no omitir nada de cuanto había escuchado ni incluir ninguna   declaración falsa entre todo ello".


Ireneo, Obispo de Lyon ( 130-202), quien fue discípulo de Policarpo, arzobispo de Esmirna, quien había sido cristiano durante 86 años, y fue discípulo de Juan el apóstol. En su obra "Contra Herejías" lo siguiente:

"Mateo publicó su Evangelio entre los hebreos (es decir, judíos) en su propia lengua, cuando Pedro y Pablo estaban predicando el Evangelio en Roma y fortaleciendo a la iglesia allí. Después de su partida (es decir su muerte), Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, personalmente nos entregó por escrito la sustancia de la predicación de Pedro. Lucas, el compañero de Pablo, escribió en un libro el Evangelio predicado por su maestrop. Entonces, Juan, el discípulo del Señor, el que se recostó sobre el pecho de Jesús, produjo su propio Evangelio mientras vivía en Efeso, en Asia".

Una disciplina auxiliar de la Historia, la Arqueología, nos ofrece un poderoso testimonio externo. El arqueólogo alemán Werner Keller en su libro "Y la Biblia tenía razón", nos deja un legado interesante de la veracidad de los relatos bíblicos. Uno de estos pasajes que Keller expone acerca de la autenticidad bíblica es acerca del proceso de juicio y castigo que Jesucristo sufrió, antes de ser crucificado, en casa de Poncio Pilato:

"Las descripciones del juicio, de la condena y de la crucifixión, que figuran en los Evangelios, han sido examinados y comprobados por numerosos eruditos con objetividad científica y han podido ser confirmados hasta en sus menores detalles como relatos fieles desde el punto de vista histórico. Los principales actores que tomaron parte en el proceso han sido bien establecidos por un tercer testimonio y el sitio en que aquél tuvo lugar identificado con toda exactitud en unas excavaciones. Las incidencias que se produjeron durante el desarrollo del proceso pudieron ser comprobadas por testimonios contemporáneos de aquella época y por las investigaciones llevadas a cabo en tiempos modernos (...)
Según el derecho vigente en aquella época, la sentencia tenía que ser confirmada por el procurador romano, a quien correspondía el llamado ius gladii; sólo él podía permitir ejecutarla. El procurador de Judea era entonces Poncio Pilato .
"Pilato, pues, oídas estas razones saco afuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado "litóstroto" y en arameo "gabbatha"... Entonces, pues, se lo entrego para que fuera crucificado" (Jn. 19:13-16).
De la casa de Pilato, donde se desarrolló esta escena, sobrevivió a la destrucción de Jerusalén del año 70 después de J.C. el "litóstroto," "el embaldosado." El hallazgo ha de agradecerse a los trabajos realizados durante muchos años por el arqueólogo padre L. H. Vincent. Lo consiguió gracias a los datos precisos contenidos en el Evangelio de San Juan.
La palabra lithostroton quiere decir "embaldosado." El arameo "gabbatha" equivale a "altura."
En tiempos de Jesucristo, junto a las murallas del templo, en dirección noroeste, sobre un promontorio, es decir, en un lugar elevado, "se alzaba la formidable torre denominada "Antonia." Herodes I la había hecho construir y le había dado el nombre de un amigo suyo. La guarnición romana había instalado allí sus cuarteles, en el año 70 después de J.C., Tito, al conquistar Jerusalén, hizo demoler dicha fortaleza. Sobre sus ruinas se realizaron más tarde nuevas construcciones.
Exactamente allí donde estaba situado el patio de esta fortaleza encontró Vincent un pavimento liso de 2.500 metros cuadrados de construcción romana y típica de la época de Jesús.
Aquí es donde Jesús compareció ante Pilato mientras, fuera, la multitud vociferaba. Sobre este pavimento es donde fue azotado (Jn. 19:1), cosa que siempre precedía a la crucifixión, cual hace constar reiteradamente Josefo:" Para ejecutar tan horrible castigo, el cuerpo era desnudado y azotado hasta que la sangre manaba de las heridas".

 Estas evidencias, nos comprueban la veracidad histórica de Jesucristo y por ende, de los Evangelios. Si alguna persona descarta la Biblia por no considerarla veraz, tendrá que descartar casi toda la literatura de la antiguedad. La Biblia y en paricular los Evangelios, ofrecen al lector un conjunto textual e hostórico coherente. Si usted es una persona intelectualmente honesta no puede desechar una fuente como esta.

Los Evangelios son en definitiva libros históricos, con datos exactos en lo que respecta al espacio, al tiempo e inclusive a la geopolítica. Son documentos de una gran riqueza antropológica. El escepticismo con respecto a las credenciales históricas del cristianismo se basa en un prejuicio no razonable, que ignora los elementos historiográficos para analizar los Evangelios, desde el punto de vista histórico.

Le invito a leer los Evangelios para que así usted conozca al protagonista de ellos: Jesucristo, el hombre que "partió" la historia de la humanidad en dos. Léalos. Mucho usted aprenderá y descubrirá el plan del Creador para su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario